Situado en el centro de Madrid, a pocos minutos del Parque de El Retiro, el Museo Reina Sofía de Madrid se erige como una encrucijada de espacios, objetos y tiempos diversos.
El Museo Reina Sofía reúne 21.000 obras que recorren todas las épocas y que hacen que el viajero se sienta transportado de forma inevitable al pasado. Pero entre todas ellas, hay algunas especialmente destacables y que merece la pena pararse a contemplar unos minutos.
Una intensa experiencia de conocimiento donde se traman narraciones y se fabulan historias y donde los géneros tradicionales conviven y se yuxtaponen con el cine, la fotografía el sonido y la danza, transmitiendo al visitante la riqueza y la complejidad de unas historias siempre por narrar.
Guernica – Pablo Picasso (1937)
Su gran valor simbólico y artístico resulta indiscutible. Y es que no solamente es una de las obras de arte más importantes del siglo XX, sino que se ha convertido en todo un icono de una época que marcó un antes y un después en la historia de nuestro país.
La ventana abierta – Juan Gris (1921)
Las ventanas abiertas fueron para el autor un recurso muy recurrente para realizar contrastes entre los espacios exteriores e interiores de una forma muy original y siempre con un toque muy personal.
La sonrisa de alas flameantes – Joan Miró (1953)
En esta obra Joan Miró supo plasmar perfectamente su interés por el subconsciente y lo infantil, haciendo de ella una de sus obras pictóricas más conocidas.
Las señoritas de Avignon – Pablo Picasso (1907)
Se trata de una de las obras más criticadas e incomprendidas del pintor malagueño, incluso entre los propios artistas, coleccionistas y críticos de la época, que no entendieron la nueva línea que empezaba a tomar Picasso.
Atocha- Rafael Barradas (1919)
Aunque empezó a trabajar como caricaturista en “El Monigote” (publicación satírica de la época), el artista fue más allá, con una producción pictórica que se caracteriza por un vertiginoso dinamismo que contrasta con colores muy vivos. En esta obra en concreto el pintor quiso reflejar el ajetreo que se vive en la Puerta de Atocha.
Idilio atómico y uránico melancólico – Salvador Dalí (1945)
Se trata de una obra dedicada a la primera bomba atómica sobre la población japonesa de Hiroshima en agosto de 1945. El ambiente oscuro y de opresión hace contraste con un cielo en el que pueden verse elefantes de finísimas patas, recurrentes en muchas de sus obras.
Bajo el sol / Bajo la luna – Mathias Goeritz (1948)
Se trata de dos obras que representan la reivindicación del artista por la apertura del panorama artístico del momento a la modernidad. La primera obra fue realizada en el mismo año en el que su autor fundó la Escuela de Altamira en Santillana del Mar.
Mitten Kreise – Vassily Kandinsky (1932)
Una obra basada en formas geométricas como el círculo, el ángulo, las líneas rectas y las curvas. Pertenece a la etapa más reveladora y productiva del autor en la que este tipo de elementos iban cobrando cada vez mayor importancia.
Madrid desde Capitán Haya – Antonio López (1987-1996)
El trabajo de este cuadro duró nueve años. Y es que el autor no la concluyó hasta conseguir plasmar perfectamente el realismo y la esencia más viva de la ciudad. Tal y como explica el artista “una obra nunca se acaba, sino que se llega al límite de las propias posibilidades”.
El Pintor y la modelo – Pablo Picasso (1963)
Aunque menos conocida que las dos anteriores, este cuadro sigue la temática de la figura femenina que tanto interesó al genio malagueño a lo largo de su existencia. El mismo se reconocía como voyeur y como un demiurgo en el universo del arte.
Estos son algunos de los tesoros del Museo Reina Sofía de Madrid uno de los enclaves culturales más destacados de la capital de España. Si tienes pensado visitar este museo, alójate en La Llave de Madrid, cuyos apartamentos se ubican muy cerquita del Triángulo del Arte.
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